viernes, 20 de marzo de 2009

Amistad

“Poema a los Amigos”

"No puedo darte soluciones
para todos tus problemas de la Vida.
No tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero puedo escucharte y compartirlos contigo.

No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro,
pero cuando me necesites estare junto a ti.

No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano
para que te sujetes y no caigas.

Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos.
Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.

No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.

No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar,
pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.

No puedo evitar tus sufrimientos
cuando alguna pena te parte el corazón,
pero puedo llorar contigo y recoger
los pedazos para armarlo de nuevo.

No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser.
Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo
En estos días pensé en mis amigos y amigas,
y entre ellos apareciste tú.
No estabas arriba, ni abajo ni en el medio.
No encabezabas ni concluías la lista.
No eras el número uno ni el número final.
Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero,
el segundo o el tercero de tu lista.

Basta que me quieras como amigo/a
Gracias por serlo".

Jorge Luis Borges

sábado, 14 de marzo de 2009

Fragmento Canto a mi mismo

Soy el poeta del cuerpo
Y el poeta del alma.
Los placeres del cielo son míos y los tormentos del infierno también.
Los placeres, los injerto y los prolongo en mí mismo y los tormentos, los traduzco en una lengua nueva.

Soy el poeta de la mujer
Y el poeta del hombre.

Y digo que es tan grande ser hombre
Como ser mujer.
Y que nada es tan grande como ser la madre de los hombres.


Canto la canción del crecimiento y del orgullo.
(ya nos hemos arrastrado y escondido bastante)

Y afirmo que el tamaño no es más de desarrollo.

¿Has sobrepasado a todos?
¿Eres tú el presidente?
Pues eso no es nada…una bagatela.
Cualquier puede ser presidente
Y todos llegarán más allá.

Walt Whitman

sábado, 7 de marzo de 2009

Fragmento de "Canto a mi mismo"

Me ha tocado en suerte, lo sé, lo mejor del tiempo y del espacio; nunca he sido medido y no seré medido jamás.
El viaje que emprendo es eterno (¡que todos me oigan!).
Mis signos son un capote contra la lluvia, fuertes zapatos y un bastón cortado en el bosque, en mi silla no sestean los amigos.
No tengo cátedra, ni iglesia, ni filosofía.
No llevo a ningún hombre a una mesa puesta, a la biblioteca, a la bolsa, pero a cada uno de vosotros, hombre o mujer,
lo llevo a una cumbre.
Mi brazo izquierdo ciñe tu cintura.
Mi derecha señala los continentes y el gran camino.
Ni yo ni ningún otro puede andar por ti ese camino.
Eres tú quien debe andarlo.
No queda lejos, está a tu alcance.
Quizá estabas en él desde que naciste y no lo has sabido; quizá esté en todas partes, en mar y en tierra.
Échate tus prendas al hombro, hijo mío, y yo traeré las mías y apresurémonos.
Ciudades prodigiosas y naciones libres nos saldrán al paso.
Si te cansas, dame las dos cargas y apoya tu mano en mi cadera.
Y a su debido tiempo me devolverás el mismo servicio.
Porque ya emprendida la marcha nunca descansaremos.
Esta mañana, antes del alba, subí a una colina para mirar el cielo poblado,y le dije a mi alma:
"Cuando abarquemos esos mundos, y el conocimiento y el goce que encierran,
¿estaremos al fin hartos y satisfechos?"
Y mi alma dijo:
No, una vez alcanzados esos mundos proseguiremos el camino.
Tú también me interrogas y yo te escucho,
contesto que no puedo contestar,
tú mismo debes encontrar la respuesta.
Siéntate un momento, hijo mío, aquí tienes pan para comer y leche para que bebas,
pero después de haber dormido y haber cambiado de ropa te beso.
Con el beso del adiós y te abro la puerta para que salgas.
Demasiado tiempo has perdido en sueños deleznables, ahora te quito la venda de los ojos.
Debes acostumbrarte al brillo de la luz y de cada momento de tu vida.
Demasiado tiempo has vadeado, asido a una tabla en la orilla.
Ahora quiero que seas un nadador,
que te arrojes al mar,
que reaparezcas,
que me hagas una seña,
que grites
y que agites el agua con tus cabellos.

Walt Whitman